Javi Gracia (44 años, Pamplona) ya es el nuevo
entrenador del Málaga de forma oficial. Firmó ayer su contrato por dos
temporadas y desgranó su ideología futbolística cuando se presentó ante una
nutrida representación de los medios de comunicación y con la presencia del
vicepresidente ejecutivo del club, Moayat Shatat, y del director deportivo,
Mario Husillos.
Gracia llega al Málaga después de una temporada con
luces y sombras en Osasuna. Comenzó bien cuando cogió a un conjunto hundido y
lo mantuvo lejos de los puestos de descenso hasta el último trayecto. Pero un
fin de campaña nefasto le llevó a la Liga Adelante. Sin embargo, los directivos
malaguistas se han dejado llevar por el trabajo, la tenacidad y la imagen del técnico,
además de por su historial de ascensos en otros clubes, más que por el desastre
de este año. "Buscábamos un estilo de juego, el estilo Málaga. Y Gracia
cumple el perfil. Conoce la Liga, es un apasionado del fútbol, es metódico y
trabajador, en definitiva, un hombre de club". Con estas palabras le definía
Husillos durante su puesta de largo.
El técnico navarro cumple con creces los objetivos
del Málaga. Olvidada la etapa de Schuster, buena en lo deportivo pero
complicada en cuanto a la sintonía con jugadores, directivos y aficionados,
Gracia supone un soplo de aire fresco. Como entrenador encarna las mismas
virtudes que ofrecía en su etapa de jugador. Es analítico, ecuánime, honesto y
muy humilde. Huye de las declaraciones intempestivas, de los gritos, y le gusta
conformar vestuarios unidos, dialogantes, que supongan un verdadero equipo. En
definitiva, no hace más que trasladar el reflejo de su personalidad como
futbolista al papel de director de un grupo humano más amplio formado por
hombres de todo tipo de caracteres.
Le gusta el fútbol ofensivo, de toque, con jugadores
versátiles y que se incorporen con facilidad al ataque, como hacía él en su época
de jugador en clubes como el Villarreal o la Real Sociedad con los que disfrutó
en la máxima categoría. Callado, discreto, respetuoso, nunca tiene una palabra
más alta que otra. Pero eso no le exime de imprimir carácter a sus jugadores
cuando lo considera necesario. Apasionado de los entrenamientos cortos, pero
muy intensos y en los que el balón tiene un papel estelar, destaca por ser muy
dialogante con sus futbolistas. Además, le gusta estar al pie del cañón durante
todo el día. Es de los primeros en llegar y de los últimos en salir. A pesar de
no haber firmado aún su contrato, la pasada semana ya estuvo en las oficinas de
La Rosaleda varios días conociendo las instalaciones, ya tiene dispuesto un
despacho, y a todos los trabajadores, con los que departió varios minutos.
Incluso solicitó ver el Museo del club blanquiazul para empaparse de su
historia.
Su llegada a Málaga, no obstante, ha sido acogida
con cierta frialdad por los aficionados tras su descenso con el Osasuna y, no
nos engañemos, porque tiene mucho menos nombre e historia que los anteriores técnicos,
Bernd Schuster, y sobre todo Manuel Pellegrini, el hombre que llevó al club
blanquiazul a unos cuartos de final de la Champions League. Pero él asegura que
no está preocupado por lo que opinen sobre su persona ahora, sino después de
realizar su trabajo. Entre los detalles en contra de su forma de entrenar también
se puede observar un cierto bajón físico en las rectas finales de cada
temporada, como le ocurrió en el Villarreal B, el Almería (aunque al final
remontó y ascendió) y en Osasuna. También le han achacado este último año que
no haya sabido resistir la presión de algunos jugadores veteranos, pero todo
ello no quita sus magníficas prestaciones. No obstante, ya desde el principio
ha marcado algunas distancias con sus predecesores. Ha manifestado que abrirá los
entrenamientos al público en general con cierta asiduidad, lo que no sucedía
desde hace cuatro temporadas, en lo que significa un claro guiño a una masa
social un tanto escéptica, al menos por ahora.
Ha firmado un contrato de dos años y ha prometido
trabajo y dedicación, además de intentar realizar un buen fútbol que agrade a
los socios. Sus palabras han sido claras: "Quiero que la afición esté orgullosa
de mi, pero para jugar bien hay que trabajar, aprender los conceptos y los
sistemas que nos ayuden a ganar. Intentaremos ser un equipo de ataque,
combinativo, pero que no renuncie al juego directo, para lo que es necesario
que encontremos el equilibrio entre ataque y defensa. Me gusta ganar, pero no
de cualquier manera, sino intentando jugar al fútbol".
Se ha mostrado tranquilo con la plantilla que
dispondrá y ha asegurado que contará con la gente joven. Desde luego, ganas no
le faltan. Los dos últimos domingos ya ha podido observar 'in situ' a los
juveniles, que disputarán las semifinales de la Copa del Rey ante el Real
Madrid, y al conjunto filial de Tercera División. Seguro que alguno de estos
hombres realizará la pretemporada con el primer equipo.
Seguirá siendo serio, será difícil que regale
sonrisas y grandes titulares, pero que a nadie le quede ninguna duda de que
antes de cada encuentro lo habrá analizado de forma concienzuda y metódica con
su equipo para cumplir el objetivo final: que la masa social esté orgullosa de
su club. La era Gracia ya ha comenzado en el Málaga.
Artículo realizado por Javier Costillas (@CosimonJav).
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