Una vez más y ya van ocho. Una vez más y ya van seis.
El Granada de Joaquín Caparrós no es capaz de doblegar al Almería en su estadio
y acumula ya 8 derrotas en esta temporada y 6 encuentros sin ver portería. Ni
con un hombre más durante 40 minutos fueron capaces los rojiblancos de regalar
un gol a su afición, que no celebra un tanto desde la primera jornada de liga.
No será porque no lo intentó el Granada. Arranque
voluntarioso de los locales, que a través de combinaciones por banda entre
Foulquier, Rochina y Piti protagonizaron dos llegadas iniciales con mucho
peligro, ambas finalizadas de la misma manera: el testarazo de El-Arabi lo
desviaba Rubén con la manopla a saque de esquina. El público asistente al Nuevo
Los Cármenes creyó frotarse las manos, pero resultó ser sólo una muesca para
llevárselas a la boca y pitar a la postre. Después del arreón, el Almería supo
guardar líneas y jugar ordenado, consciente del valor de conseguir puntos lejos
(aunque esta vez no tanto) de Almería. Un orden que a punto estuvo de dinamitar
el propio ángel custodio visitante, Rubén, al regalar el balón en un saque de
puerta a Piti, que no supo resolver y estrelló el cuero en el cuerpo del meta.
Con poco más se llegó al descanso, estrellándose Caparrós y su equipo contra el
primer muro de la noche, la zaga almeriense.
El Arabi y Dubarbier, disputando un balón |
En la reanudación, los pupilos de ‘Jokin’ volvieron
a desplegar el dominio que ya en los primeros minutos del encuentro asomó a
espaldas de Sierra Nevada. Más aún a partir de
la expulsión incomprensible de Azeez, que en el 53’ dejaba a su equipo
con uno menos al ver su segunda amarilla por una entrada por detrás a Iturra.
Entonces decidió Caparrós dar entrada al velocista Córdoba, que, contagiado por
el gafe de sus compañeros, estuvo muy voluntarioso pero poco acertado. Lo intentó el colombiano en varias ocasiones.
La primera se topó con el inspirado Rubén, y en la segunda su testarazo se
marchó lamiendo el poste izquierdo. Con el paso de los minutos, el ansia
desordenó al Granada y acomodó a los visitantes, que con 10 jugaban al pelotazo
y carrera de otro velocista, Thievy. Se impacientaban los jugadores en el
césped y la afición en la grada al ver que al término de los 90 minutos el
resultado era el mismo que al empezar. Sonora pitada del respetable a su equipo
y cuerpo técnico, que de nuevo se estampaban contra otro muro, el de su propia
gente. Hay otro muro lejano, allá por Jerusalén, al que nada tiene que envidiar
el que se está construyendo en el verde de Los Cármenes, no por sacramento, sí
por pena. Y es que desde que ganara en el nuevo San Mamés, el Granada sigue en
caída libre y ya está a un punto del descenso. En Almería gusta este punto,
pero no despegan los pies del suelo porque siguen teniendo una unidad menos que
su crispado vecino.
Autor: Hugo Fernández (@HugoFer9).
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