Abierto, entregado, valiente. En exceso. Así es el
Rayo de Paco Jémez, un Rayo que aprieta cuando otro equipo bajaría los brazos y
que concede espacios cuando otro replegaría. Un Rayo que da espectáculo pero
pierde puntos y que por no traicionarse a sí mismo pasó de la gloria al fracaso
en cuestión de minutos.
Vallecas fue
el escenario de tal historia de amor-odio. Amor cuando en lugar de rendirse, su
equipo ataca sin concesiones, y odio cuando se olvidan de mirar el retrovisor.
Y es que los locales fueron capaces de lo mejor y lo peor. Los de Jémez, como
siempre, mimaban la pelota mientras que el Eibar aguantaba atrás e intentaba
hacer sangre en las contras. Lo consiguió. Fiable atrás y oficioso arriba, el
conjunto de Ipurúa lograba adelantarse en territorio extranjero gracias a un
penalti transformado por Arruabarrena. Tras una intensa lucha inicial, el
Rayito se hacía con los mandos en la medular, pero los visitantes,
especialmente tras el primer tanto, aguantaron bien las embestidas franjirrojas
y supieron sacar petróleo de los espacios. Así, a los cuatro minutos de la
reanudación, Piovaccari mostró su picardía colándose entre la zaga local para
recibir un pase interior y batir por bajo a Cobeño. Con el 0-2 llegó el éxtasis
vallecano. Jémez sacó a relucir la personalidad incuestionable de sus hombres,
que en cuestión de un minuto igualaron el partido. Antes, de nuevo Piovaccari
en una contra pudo hacer la sentencia. Del 0-3 al 2-2, y Leo Baptistao apretó
los dientes. En el minuto 68, Licá colgaba un balón al área vasca para que el
ariete brasileño recortara distancias, y justamente después de que el Eibar
pusiera el balón en juego, una cadena de errores defensivos propiciaban que de
nuevo Leo rematara al primer palo un pase lateral. Bendita locura en Vallecas.
Los jugadores del Eibar celebrando un gol ante el Rayo |
No todo el espectáculo fue mérito y demérito del
Rayo. El Eibar, que parece jugar en otra liga, confirmaba su buen momento de
juego reponiéndose a este mazazo. Tragó saliva y salió bravo a intentar hacerse
con la victoria. Parecen los blaugranas haberle cogido la medida a los rivales
directos, algo que pusieron de manifiesto Abraham y de nuevo Arruabarrena. Un
centro preciso del extremo lo remató como buenamente pudo el mediapunta para
certificar la victoria en el 87’. Ahora sí que no hubo tiempo de reacción. Esta
vez la moneda que Jémez se guarda en el bolsillo cayó de cruz. La ruleta rusa
disparó fuego amigo y el Rayo desaprovechó la locura momentánea de las tablas.
El Eibar sigue venciendo los duelos clave y se coloca ya noveno en liga en un
arranque liguero soberbio. Ayer, en Vallecas, sello Jémez para bien y para mal.
Autor: Hugo Fernández (@HugoFer9)
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