Una obra de ingeniería es en lo que se está convirtiendo este Atlético de Madrid. Tras la sobresaliente temporada que han protagonizado los pupilos del ‘Cholo’ Simeone, era cuestión de tiempo que en el mercado estival comenzaran a llover ofertas por las principales estrellas. Las gotas, en forma de billetes, comenzaron a caer sobre las cabezas de Courtois, Koke, Miranda, Godín, Diego Costa, Filipe Luis... y tanto se quiso ahogar el Atleti que acabó usando de paraguas a Thibaut, Filipe, Costa y compañía. Partes fundamentales de la columna vertebral colchonera que hizo del Atleti un equipo campeón el curso pasado y que ahora emigran masivamente a tierras más lluviosas aún allá por Londres. Entre tanto, la directiva tiene que moverse rápido para que no cunda el pánico entre la afición rojiblanca, y garantizar un bloque sólido y con opciones para intentar el más difícil todavía de cara a la próxima campaña. Todo un rompecabezas que se está configurando día a día, que puso su primera pieza con la marcha de Diego Costa y que aún está sin completar, y detrás, un artesano o un genio (llámenlo como quieran) que tiene que reinventarse otro año más tal y como lleva haciéndolo desde 2011 llamado Diego Pablo.