La derrota del
Málaga la última jornada en La Rosaleda ante el Osasuna fue inesperada, muy
dolorosa y ha escocido a los aficionados, que se las prometían muy felices, y a
los propios jugadores y entrenador. ¿Accidente, relajación?. Esas son las
cuestiones que están pendientes y a las que Schuster deberá poner remedio.
Ahora dispone de casi dos semanas para corregir defectos y no volver a tropezar
en la misma piedra.
No hay nada
peor en el fútbol que creerse lo que uno no es. El Málaga no conocía la derrota
desde agosto, en concreto desde la segunda jornada de Liga ante el todopoderoso
Barcelona. Cinco encuentros consecutivos puntuando y dejando buenas
sensaciones. Llegaba un partido en casa ante un rival de la parte baja, con
muchos problemas para marcar goles y con un cambio reciente de entrenador. Así
que todo parecía hecho antes de jugar. Pecado mortal.
A estos niveles
de competición, en la élite del fútbol español, los excesos de confianza se
pagan, y muy caros. Los jugadores del Málaga lo hicieron con creces y desean
enmendar su error cuanto antes. Son conscientes de su pésima puesta en escena y
de que 'tiraron' la primera mitad. El 0-1 al descanso hacía muy poca justicia a
un Osasuna que jugó a placer, dominó y creó un sinfín de ocasiones que sólo una
vez Oriol Riera fue capaz de acertar, bien por la falta de puntería de sus
compañeros o por ese muro llamado Caballero, que paraba todo lo que pasaba por
delante.
Es evidente que
cuando un equipo ha sufrido demasiados cambios y ha perdido calidad estos
'vaivenes' se pueden suceder en el momento más inesperado. Y es evidente que
hay que dar tiempo al tiempo. El equipo aún no está hecho y la irregularidad
resulta una moneda común. Hay que acoplar a los jugadores, dar minutos a los
más jóvenes y esperar. Pero también es verdad que por lo menos hay que entrar
en un campo de fútbol con ganas de jugar, con concentración y sin dar síntomas
de grandeza. Es decir, desde el primer momento hay que estar 'activado'. Y ahí
pecó el conjunto dirigido por Schuster, que se desgañitaba y era incapaz de que
sus hombres le atendieran. El Málaga estuvo contra las cuerdas, aturdido,
golpeado como un boxeador en su esquina, 'grogy', en definitiva. Y tuvo suerte.
Llegó vivo al descanso con sólo un gol en contra.
Otro problema
grave: la dificultad para llevar la iniciativa cuando los rivales se ponen por
delante y se encierran cerca de su área. La segunda parte sirve como ejemplo
notorio. Los cambios de Pawlowski y El Hamdaoui reactivaron a un equipo caído,
roto, descabalado. Pero es obvio que no hay un jugador que destaque por su
técnica y calidad en el medio campo. Sólo Portillo es capaz de manejar los
tiempos cuando está 'enchufado' y por ahora ha demostrado su calidad a
cuentagotas. El resto se ve incapaz de encontrar los agujeros en la defensa
rival. Tissone y Darder, hasta el
momento muy bien, no tuvieron su día. Estuvieron desconocidos y desorientados y
su equipo lo notó. Duda y Morales, los más técnicos, se fueron al banquillo al
descanso porque eran incapaces de dar dos pases en condiciones y no cerraban a
sus pares. Y la defensa, lo que más ha trabajado Schuster, fue un coladero por
el centro. Sergio Sánchez y Angeleri vagaron por el césped y no olieron el
balón en la primera mitad.
Con este
panorama, tras el descanso el Málaga se entregó a la movilidad de El Hamdaoui,
la pelea de Santa Cruz y un posible chispazo de Pawlowski, como en Valladolid.
Sólo con presión y con orgullo el Osasuna, físicamente tocado por el esfuerzo
realizado, fue cediendo metros. Las ocasiones comenzaron a llegar para los
locales, que, ahora si, metieron a los navarros en su área. Sin embargo no
tuvieron acierto en los remates. Incluso ya en el tiempo de descuento el
colegiado Gil Manzano no vio un penalti por manos de un defensa navarro. Es
decir, en un pésimo partido el Málaga pudo salvar al menos un punto.
Ahora sólo
queda trabajar y trabajar. Intentar corregir errores y salir siempre a
competir. Si, a competir como en las jornadas anteriores y como debe hacer un
equipo de fútbol. Respetando a los contrarios y sin confianzas. Y la primera
ocasión será la próxima semana en el Bernabéu, terreno inhóspito por naturaleza
y por historia.
Artículo realizado por Javier Costillas (@CosimonJav)
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