viernes, 4 de octubre de 2013

Un nuevo horizonte para el Málaga.

La temporada 2013-14 ha supuesto un punto y aparte en la historia del Málaga. Cuando en 2010 el jeque Abdullah Bin Nasser Al Thani le compró el club a Fernando Sanz apostó por alcanzar la aristocracia del fútbol español en varios años. El inicio con Jesualdo Ferreira en el banquillo fue desolador y estuvo a punto de mandarle a la Liga Adelante. Manuel Pellegrini tomó las riendas casi a mitad de temporada, salvó al equipo e inculcó sus ideas y forma de juego a un equipo muerto. El jeque, con una inversión ese verano de 60 millones de euros, decidió apostar fuerte y el resultado no pudo resultar mejor, cuarta plaza y Champions League. Pero cuando más felices se las prometían los aficionados malaguistas, justo hace un año, Al Thani decidió cerrar el ‘grifo’ y apostar por la autofinanciación del club. Llegaron las prisas para pagar nóminas y evitar denuncias. Cazorla sería el primero en salir, y antes de acabar agosto le siguió Rondón. Sin embargo, el grueso del grupo se mantuvo y consiguió alcanzar los cuartos de final de la Champions y, si no hubiera sido por el colegiado, Craig Thomson, habría llegado a semifinales. A pesar del duro ‘palo’ sufrido, los jugadores se levantaron y el Málaga se metió en la Europa League. Después llegó lo ya conocido. El TAS y la UEFA sancionaron al club con un año sin jugar en Europa por pagar sus deudas con retraso y el proyecto quedó hundido. Otro mazazo.



Bernd Schuster aterrizó en junio con un contrato largo y poco habitual, cinco años, y con una plantilla totalmente remodelada después de la salida de todas las figuras, comenzando por Isco. Con el dinero recaudado, el club dejaba atrás la deuda y se ponía al día. Una nueva realidad económica se iniciaba, también un equipo. Llegaron los fichajes, muchos desconocidos y jóvenes, pero con ganas de hacerse un nombre en el panorama futbolístico español. Y todos lo tenían muy claro: el Málaga actual es un trampolín. Las dudas, por tanto, estaban ahí. Era cuestión de esperar.



Con media plantilla nueva, en menos de tres meses Schuster ha conseguido que su equipo sea reconocible por su juego. Le ha dado su carácter y su visión del fútbol. Es atrevido y siempre sale a ganar, aunque su plantilla sea inferior. Le gusta tocar y tocar el balón lo máximo posible, abrir el juego por las bandas o buscar pases imposibles por el centro. En definitiva, busca agradar a los aficionados y hacer que sus hombres se sientan felices en un campo de fútbol. Y todo lo hace con suma corrección, incluso cuando no le gustan algunas actitudes o acciones, aunque las refleje claramente.

Empezó trabajando la defensa, buscando cerrar todos los caminos a los rivales y fortaleciendo la moral de sus hombres. Observando el inicio de Liga que deparó el calendario, muy duro, nadie esperaba puntuar y todos se veían en la cola de la tabla. Es verdad que el Málaga sólo obtuvo un punto en Sevilla, pero compitió bien ante el Valencia y el Barcelona y en ambas ocasiones cayó derrotado por la mínima. La imagen en defensa fue buena, con la novedad de Sergio Sánchez y Angeleri en el centro, a pesar de no poder contar con su mejor hombre, el capitán Weligton, lesionado. Los nuevos mimbres iban cuajando.


En esas tres primeras jornadas apenas hubo noticias del ataque malaguista. Fue necesario esperar hasta la cuarta jornada para ver la primera victoria ante el Rayo, una goleada casi escandalosa generando jugadas, buen fútbol y destilando calidad en algunas acciones. En definitiva, una buena imagen y mejores sensaciones. Los nuevos fichajes se estaban adaptando y la irrupción de los canteranos Darder -sobre todo- y Fabrice hacían presagiar un buen futuro para el club. Y hasta el momento, las impresiones son inmejorables. Los jóvenes están teniendo un papel protagonista y, lo más importante, están ganando experiencia con rapidez. Otros, como Portillo, han elevado su jerarquía y comienzan a demostrar todas sus capacidades técnicas. Al canterano ya se le compara con Isco, aunque aún le queda mucho. Sin duda, Pellegrini le hizo un gran favor cuando, aunque jugaba poco, no le dejó salir cedido para que creciera al lado de figuras como el mencionado Isco, Toulalan, Baptista, Joaquín o Demichelis.



Junto a Portillo, Tissone se ha reencarnado en el papel de Toulalan y Duda parece haber rejuvenecido. La sala de máquinas está engrasada. Arriba, Santa Cruz nunca falla y la brillante aparición de El Hamdaoui, con un hat-trick en su debut como titular, hacen presagiar tardes de gloria en La Rosaleda.

Algunos jugadores que acaban de llegar aún no han demostrado su verdadero nivel por falta de oportunidades, que las tendrán, aunque Pawlowski, Anderson o Chen han dado muestras de una buena adaptación y de tener una calidad escondida que brotará más pronto que tarde. Sin ir más lejos, el polaco ya dejó una obra de arte en Valladolid cuando marcó el segundo gol malagueño con una volea espectacular.



Siete partidos de Liga después y cinco encuentros consecutivos sin conocer la derrota, el Málaga encara su enfrentamiento con el Osasuna con la moral por las nubes y pensando que una victoria le acercaría a los puestos altos de la tabla. No merece la pena mirar atrás y pensar que han merecido más puntos, como cree Schuster. Es el momento de obtener un nuevo triunfo y de llegar en plenitud al parón liguero. Después vendrá el examen del Bernabéu, pero eso es otra historia. El Málaga ya otea un nuevo horizonte.




Artículo realizado por Javier Costillas (@CosimonJav)



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